EL ALMA

La ciencia cree que somos algo así como una máquina, compleja, sofisticada, pero máquina. Cree que cuando el Cuerpo Físico detiene todas sus funciones vitales, todo termina. Si fuera así, seríamos una computadora, una súper computadora, pero solo eso. Cuando la energía deja de llegar por el cable de alimentación, o se acaban las baterías, todo termina. Adiós ilusión: la aparente existencia termina.

Al mismo tiempo, la ciencia sabe que todo es energía. También, ha comprendido que cuando un tipo de energía no puede ser mensurada, no significa que no exista. Así ocurrió con la investigación espacial; solo cuando la tecnología pudo crear telescopios que podían captar diferentes tipos de luz, se dieron cuenta de que en el espacio exterior, habían muchos más fenómenos cósmicos de los que habían pensado.

Cuando vemos una estrella que está a miles de millones de años luz, no estamos mirando la estrella precisamente, sino, su luz. Puede ser incluso que esa estrella ya haya completado su ciclo y se haya transformado en una enana blanca, pero su luz, seguirá esparciéndose por el cosmos indefinidamente.



Desde que evolucionamos de ser simples organismos unicelulares que luego fueron sofisticándose e incorporando nuevos elementos físicos a su organismo, ha pasado mucho tiempo. El poder constar con un sistema  nervioso básico, le tomo a la naturaleza miles de millones de años, y, para llegar a ser el Homo sapiens, ya el humano propiamente dicho, pasó otro tanto.

En todo este proceso, desde que tuvimos algún tipo de cerebro, incluso el más primitivo (células epiteliales que eran capaces de reconocer estímulos ambientales), y  fuimos capaces de usarlo, utilizamos la electricidad como hasta ahora. Todo cuanto experimentamos desde esas épocas fue creando una proto alma, que luego se sofisticó en millones de años y se convirtió el arquetipo que ahora conocemos. Esa proto alma, y luego arquetipo, cuando moríamos, no desaparecía —porque nada desaparece en la nada—.  Ese diseño particular, quedaba en algún lugar, y luego, se incorporaba a algún nuevo Cuerpo Físico y continuaba sofisticándose. Ese proceso siempre ha ocurrido, y seguirá, es eso a lo que llaman reencarnación.

El concepto de que todo tiene algo llamado Mente Universal, es muy antiguo. La ciencia también ya está comprobando que hay algo inteligente detrás de todo lo que podemos percibir. Esa inteligencia Universal, Conciencia Universal, Alma Cósmica, o como se le quiera llamar, es lo que hace que todo funcione.

Entonces, el alma no es más que el resultado de miles de millones de años de evolución y sofisticación del cerebro.  El,  capta sensaciones, piensa, discierne, imagina, soluciona problemas, y en ese proceso, va creando una mente particular, va delimitando y sofisticando un trocito de la Mente Universal, del Alma Cósmica. En ese proceso, en algún momento, cuando ya hay las condiciones necesarias, la masa crítica, ese trozo de Alma Universal, se hace Consciente de sí mima.

Esta Mente, Alma, o Conciencia, usa todo el Cuerpo Físico para expresarse en este Mundo Tridimensional, y con la experiencia de este, se auto enriquece, sofistica, y comprende su verdadera naturaleza.

Nada está quieto, ni permanece inmutable. Reinventarse, re crearse, en aspectos nuevos, es la naturaleza del Universo, de Dios, del Absoluto. 

Literalmente hay miles de millones de mentes en otras dimensiones, solo están esperando incorporarse a algún cuerpo físico. El cómo y el por qué lo hacen, son misterios de los que se ha dicho mucho, pero suenan más a dogma que a explicación racional.

Nuestra alma, súper sofisticada a través de millones de años, es el resultado de la evolución, y es divina porque es una parte de Dios, de la Mente Universal; todos somos hijos de Dios, todos somos los amados hijos del gran padre, y todos somos el padre.






Ivan Guevara

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