LA PRIMERA COMPUERTA DEL ENSUEÑO (CARLOS CASTANEDA "El Arte de Ensoñar")

TOMADO DEL LIBRO EL ARTE DE ENSOÑAR DE CARLOS CASTANEDA


LA PRIMERA COMPUERTA DEL ENSUEÑO




A manera de preámbulo a su primera lección en el arte de ensoñar, don Juan describió la segunda atención como un proceso que empieza con una idea; una idea que es más rareza que posibilidad real; la idea se convierte luego en algo como una sensación, y finalmente evoluciona y se transforma en un estado de ser, o en un campo de acciones prácticas, o en una preeminente fuerza que nos abre mundos más allá de toda fantasía.



Los brujos tienen dos opciones para explicar su mundo de dimensiones mágicas. Una es con la ayuda de metáforas, y la otra por medio de términos abstractos, propios de la brujería. Yo siempre he preferido la segunda, aunque la mente racional de un hombre occidental jamás encontraría satisfacción en nin¬guna de las dos.


Don Juan me hizo entender que describir la segunda aten¬ción como un proceso era una metáfora de brujos, y que la segunda atención se podía definir como el producto de un desplazamiento del punto de encaje. Un desplazamiento que debe ser intentado, empezando por intentarlo como una idea, y acabando por intentarlo como un estado de conciencia fijo y controlado, donde uno se da cabal cuenta del desplazamiento del punto de encaje.


-Te voy a enseñar el primer paso hacia el poder -dijo don Juan al empezar su instrucción en el arte del ensueño . Te voy a enseñar cómo preparar el ensueño.


¿Qué quiere decir preparar el ensueño, don Juan?


-Preparar el ensueño quiere decir tener un comando práctico y preciso de los sueños; no dejar que se esfumen o cambien. Por ejemplo, puede que sueñes que estás en un salón de clases. Preparar el ensueño significa no dejar que ese sueño se trans¬forme en otro. Es decir que controlas la visión del salón de clase y no la dejas ir hasta que tú quieras.


¿Pero es posible hacer eso?


-Por supuesto que es posible. Ese control no es tan diferente al control que uno tiene en la vida diaria. Los brujos están acostumbrados a él y lo ejercen cada vez que lo necesitan. Para llegar a tenerlo debes comenzar por hacer algo muy simple. Esta noche debes mirarte las manos en tus sueños.


No recuerdo que me dijera nada más acerca de esto. Sin em¬bargo, al hacer el recuento de mis experiencias en la segundo atención, salió a la vista que habíamos tenido un intercambio mucho más extenso. Expresé mis sentimientos acerca de lo ab¬surdo de esta tarea, y don Juan me sugirió que debería en¬frentarla como un entretenimiento, en vez de algo solemne o mórbido.


-Ponte tan serio como se te dé la gana cuando hablemos del ensueño dijo . Las explicaciones siempre requieren de pro¬funda reflexión. Pero cuando ensueñes, sé tan liviano como una pluma. El ensueño tiene que llevarse a cabo con integridad y cordura, pero con risa y con la confianza de quien no tiene preocupación alguna. Solamente bajo estas condiciones pueden nuestros pinches sueños convertirse en ensueño.


Don Juan puso en claro que él había seleccionado arbitrariamente mis manos como algo que yo podía buscar en mis sueños, y que buscar cualquier otra cosa era igualmente válido. El pro¬pósito de este ejercicio no era encontrar una cosa específica sino emplear la atención de ensueño.


Don Juan describió la atención de ensueño como el control de los sueños; control que uno adquiere al fijar el punto de encaje en cualquier nueva posición a la cual se haya desplazado durante los sueños normales. En términos más generales, llamó a la atención de ensueño una faceta incomprensible de la conciencia, que parece estar esperando el momento en que la convoquemos y le demos propósito; la llamó también una facultad velada que todos tenemos en reserva, pero que nun¬ca nos atrevemos a usar.


Mis primeros intentos de verme las manos en mis sueños fue¬ron un desastre. Después de meses de vanos esfuerzos, me di por vencido y le eché en cara a don Juan lo absurdo de tal tarea.


Hay siete compuertas dijo a manera de respuesta . Y los ensoñadores tienen que abrirlas todas, de una en una. Te has dado un soberano chingadazo contra la primera compuerta, la cual debes abrir si es que vas a ensoñar.


-¿Por qué no me dijo usted esto antes, don Juan?


Hubiera sido inútil hablarte de las compuertas del ensueño antes de que toparas con la primera. Ahora ya sabes que es un obstáculo, y que tienes que vencerlo.


Don Juan explicó que en el flujo energético general del uni¬verso hay entradas y salidas, que funcionan a manera de com¬puertas; y que en el específico caso del ensueño hay siete entradas; siete obstáculos que los brujos llaman las siete com¬puertas del ensueño.


Llegamos a la primera al darnos cuenta de una sensación muy particular que se nos viene encima antes de quedarnos profundamente dormidos -dijo . Una placentera oscuridad y pesadez que nos mantiene suspendidos y no nos permite abrir los ojos.


-¿Cómo puede darse uno cuenta de estar quedándose dor¬mido? ¿Cuáles son los pasos que hay que seguir?


-No hay pasos que seguir. Uno solamente intenta estar cons¬ciente del acto de quedarse dormido.


-¿Pero cómo puede uno intentar eso?


El intento o el acto de intentar es algo muy difícil de explicar. Yo, o cualquier otro brujo, pareceríamos un par de idiotas si tratáramos de explicarlo. Ten esto en cuenta cuando oigas lo que te voy a decir a continuación: los brujos intentan cualquier cosa que se proponen intentar, simplemente intentándolo.


-Eso no me dice nada, don Juan.


-Pon mucha atención. Algún día te tocará a ti explicarlo. Lo que te dije parece una idiotez, porque no lo has puesto en el contexto apropiado. Como cualquier otro hombre racional, tú crees que entender es exclusivamente el dominio de nuestra razón, de nuestra mente.


"Lo que te dije está en el campo del intento y el acto de in¬tentar. Para los brujos comprender eso pertenece al campo de la energía. Ellos creen que si esa explicación fuera oída por el cuerpo energético, éste la entendería en términos enteramente diferentes a los de la mente. El truco está en llegar al cuerpo energético. Para eso uno necesita muchísima energía.


¿En qué términos la entendería, don Juan?


En términos de una sensación física muy difícil de describir. Eso es algo que tú debes experimentar personalmente; de otro modo no hay cómo saber lo que te estoy diciendo.


Yo hubiera querido una explicación más precisa, pero don Juan me dio un golpe en la espalda, con la palma de su mano; y me hizo entrar en la segunda atención. En ese entonces, lo que hizo era un absoluto misterio para mí. Podría haber jurado que con su golpe me hipnotizó. Creí que me puso instantánea¬mente a dormir, y que me soñé caminando con él en una ancha avenida bordeada de árboles en una ciudad desconocida. Fue un sueño tan vívido, y yo estaba tan consciente de todo, que traté al instante de orientarme, leyendo letreros y observando a la gente. Decididamente no era una ciudad de habla inglesa o española, pero era no obstante, una ciudad occidental. La gente parecía ser del norte de Europa, quizá lituanos. Me esforcé por leer los anuncios de comercio y los nombres de las calles.


Don Juan me dio un ligero codazo.


-No te molestes con eso dijo . No estamos en ningún lugar identificable. Te acabo de prestar mi energía, y con ella llegaste a tu cuerpo energético. Tu cuerpo energético acaba de cruzar a otro mundo. Esto no va a durar mucho, así que usa tu tiempo con mucha mesura.


"Mira todo, pero sin andar con la boca abierta. No dejes que nadie te note.


Caminamos en silencio. Fue una caminata de una cuadra que tuvo un tremendo efecto en mí. Mientras más caminábamos, mayor era mi ansiedad y mi curiosidad. Tuve la clarísima sensación de que no me encontraba en este mundo. Cuando llegamos a un cruce de calles y nos detuvimos, vi que los árboles a lo largo de la calle habían sido cuidadosamente podados en forma de bolas. Eran árboles no muy grandes con hojas al parecer duras y rizadas. Cada árbol tenía un buen espacio cuadrado para ser regado. No había ni yerbas ni basura en esos espacios, como hay alrededor de los árboles de una ciudad, sino tierra suelta de color negro carbón.


En el momento en que enfoqué mis ojos en el cordón de la acera, antes de cruzar la calle, me di cuenta de que no había co¬ches. Traté desesperadamente de observar a la gente que se arremolinaba alrededor nuestro; quería descubrir algo en ellos que explicara mi ansiedad. Los miré fijamente y ellos también me miraron fijamente. En un instante, un circulo de ojos duros, ojos azules y de color café, se había formado en torno nuestro.


Tuve entonces la aterradora certeza de que esto no era en lo absoluto un sueño; nos encontrábamos en una realidad más allá de lo que mi mente reconocía como algo real. Giré la cabeza para ver a don Juan. En ese instante estaba a punto de descubrir qué era lo diferente en esa gente, pero un extraño viento seco me entró directamente en las fosas nasales. Sentí como un golpe en la cara, mi vista se puso borrosa y olvidé lo que le quería decir a don Juan. En el siguiente instante, estaba yo de vuelta donde había empezado: la casa de don Juan; estaba echado en un petate, acurrucado de lado.


-Te presté mi energía y llegaste a tu cuerpo energético don Juan dijo como si nada hubiera ocurrido.


Lo oí hablar, pero estaba entumecido. Una extraña comezón en mi plexo solar hacía mi respiración corta y dolorosa. Sabía que había estado a punto de descubrir algo transcendental acer¬ca del ensueño y de la gente que vi, pero me era imposible enfocar esa casi revelación. Cada vez que trataba de hacerlo, el recuerdo del sueño mismo se oscurecía.


¿Dónde estuvimos don Juan? le pregunté ¿Fue todo eso un sueño? ¿Un estado hipnótico?


-No fue un sueño contestó . Fue un ensueño. Te ayudé a entrar en la segunda atención, para que así pudieras compren¬der lo que significa intentar, no como un tópico para tu razón, sino para tu cuerpo energético.


"A estas alturas, no puedes todavía comprender la importancia de todo esto, no solamente porque no tienes la suficiente energía sino porque además no estás intentando lo que yo intenté por ti. Si lo estuvieras, tu cuerpo energético inmedia¬tamente comprendería que la única forma de intentar es en¬focando tu intento en lo que quieras intentar. Esta vez yo lo enfoqué por ti, y lo enfoqué en el acto de llegar a tu cuer¬po energético.


-¿Es la meta del ensueño intentar el cuerpo energético? -pregunté, repentinamente imbuido de una extraña claridad de pensamiento.


Se puede decir que esa es la meta total -dijo . En el caso particular de la primera compuerta del ensueño, la meta es, intentar que tu cuerpo energético se de cuenta de que te estás quedando dormido. No trates de forzarte para darte cuenta de que te estás durmiendo. Deja que tu cuerpo energético lo haga. Intentar es desear sin desear, hacer sin hacer.


"Acepta el reto de intentar -prosiguió . Pon una determi¬nación que no admita palabras o aun pensamientos para con¬vencerte a ti mismo de que has llegado a tu cuerpo energético y que eres un ensoñador. Hacer esto te pondrá automática¬mente en la posición de darte cuenta de que te estás durmiendo.


¿Cómo puedo convencerme de que soy un ensoñador cuando no lo soy?


Oír que debes convencerte a ti mismo te vuelve automáti¬camente más racional. ¿Cómo te puedes convencer de que eres un ensoñador, cuando sabes que no lo eres? Intentar abarca dos cosas: el acto de convencerte a ti mismo que verdaderamente eres un ensoñador, aunque nunca hayas ensoñado, y el acto de estar convencido.


-¿Quiere usted decir, don Juan, que debo decirme a mí mismo que soy un ensoñador, y hacer todos los esfuerzos imaginables para creerlo? ¿Es eso lo que usted quiere?


-No, no es eso. Intentar es mucho más simple, y al mismo tiempo, infinitamente más complejo. Requiere imaginación, disciplina y propósito. En tu caso, intentar significa que ad¬quieres la indiscutible certeza corporal de que eres un en¬soñador. Sientes con todas las células de tu cuerpo que eres un ensoñador.


Don Juan añadió, en tono de broma, que él carecía de sufi¬ciente energía para hacerme otro préstamo, y que yo debía llegar a mi cuerpo energético por mi cuenta. Me aseguró que intentar la primera compuerta del ensueño era uno de los medios descubiertos por los brujos de la antigüedad para llegar al cuerpo energético y entrar en la segunda atención.


Después de decir esto, prácticamente me ordenó que me marchara y no regresara hasta que hubiera intentado la primera compuerta del ensueño.


Regresé a casa, y cada noche, por meses, me iba a dormir intentando con todo mi esfuerzo darme cuenta de estar quedán¬dome dormido y ver mis manos en mis sueños. La otra parte de la tarea: convencerme a mi mismo de que era un ensoñador y de que había llegado a mi cuerpo energético me fue totalmen¬te imposible.


Una tarde, mientras tomaba una siesta, soñé que estaba mirando mis manos. El impacto fue suficiente para desper¬tarme. Este sueño resultó único. No pude repetirlo. Tuve centenares de otros sueños en los que me fue imposible verme las manos y mucho menos darme cuenta de que me estaba que¬dando dormido. Sin embargo, empecé a tener una vaga con¬ciencia, en mis sueños, de que debería estar haciendo algo, pero no podía acordarme lo que era. Esta sensación cobró tal fuerza, que me hacía despertar a todas horas de la noche.


Le conté a don Juan acerca de mis vanas tentativas de cruzar la primera compuerta del ensueño.


Decirle a un ensoñador que encuentre en sus sueños un objeto determinado es un subterfugio dijo . El asunto es darse cuenta de que uno se está quedando dormido. Y hacer esto no es posible, simplemente ordenándose a uno mismo hacerlo, sino sosteniendo la vista de cualquier cosa que uno esté mi¬rando en su sueño.


Me dijo que los ensoñadores echan fugaces vistazos a todo lo que está presente en un sueño. Si enfocan su atención de en¬sueño en algo específico, usan este enfoque como punto de partida. Luego la enfocan en otros objetos del sueño, regre¬sando al punto de partida cuantas veces les sea necesario.


Después de un inmenso esfuerzo encontré manos en mis sueños, pero nunca eran las mías. Eran manos que solamente parecían pertenecerme; manos que cambiaban de forma, vol¬viéndose a veces espeluznantes. El resto del contenido de mis sueños era por lo regular estable y placentero; y podía sostener la vista de cualquier cosa en la cual enfocara mi atención de ensueño.


Seguí así por meses, hasta un día en el cual mi capacidad de ensoñar cambió, aparentemente, por si sola. No hice nada en especial, aparte de mi constante determinación de estar cons¬ciente del acto de quedarme dormido y de encontrarme las manos.


Soñé en esa ocasión que estaba de visita en mi ciudad natal. No era que la ciudad de mis sueños se pareciera a mi ciudad natal, pero de alguna manera, yo tenía la convicción de que si lo era.


Todo empezó como un sueño común y corriente, aunque muy vívido. Luego, la luz aumentó. Las imágenes se volvieron más nítidas. La calle por la cual caminaba de repente era más real de lo que era un momento antes. Me empezaron a doler los pies. Para entonces podía yo sentir que los objetos del sueño eran absurdamente duros. Por ejemplo, al tropezar con la ro¬dilla en una puerta, no solamente experimenté dolor en la rodilla sino que también mi torpeza me enfureció.


De un modo muy real, caminé en esa ciudad hasta quedar completamente exhausto. Vi todo lo que pudiera haber visto si hubiese sido un turista caminando por las calles de cualquier ciudad. Y no hubo absolutamente ninguna diferencia entre esa caminata de ensueño y cualquier otra de las tantas que verda¬deramente efectué por las calles de ciudades reales que visité por primera vez.


Creo que te saliste un poco del marco -dijo don Juan, después de escuchar mi relato . Todo lo que se requería era tomar conciencia de que te estabas quedando dormido. Lo que hiciste equivale a tirar la pared al suelo para aplastar un mos¬quito.


-¿Quiere usted decir que eché a perder todo?


-No. Pero aparentemente estás tratando de repetir algo que ya hiciste antes. Cuando hice que tu punto de encaje cambiara de posición y fuimos a parar a esa misteriosa ciudad, tú no estabas dormido. Estabas ensoñando, pero no dormido. Esto quiere decir que tu punto de encaje no llegó a esa posición a través de un sueño normal. Yo lo forcé a cambiar.


"Por cierto que puedes llegar a esa misma posición por medio del ensueño, pero a estas alturas, yo no te lo recomendaría.


¿Es peligroso, don Juan?


¡Y cómo! El ensueño es un asunto muy serio. Uno no puede darse el lujo de pasos en falso. Ensoñar es un proceso de des¬pertar, de adquirir control. Nuestra atención de ensueño debe ser sistemáticamente ejercitada, puesto que es la puerta a la segunda atención.


¿Cuál es la diferencia entre la atención de ensueño y la se¬gunda atención?


La segunda atención es como un océano, y la atención de ensueño es como un río que desemboca en él. La segunda atención es el estado de estar consciente de mundos completos, com¬pletos como el nuestro es completo; mientras que la atención de ensueño es el estado de estar consciente de los objetos de nuestros sueños.


Durante sus enseñanzas don Juan puso un gran énfasis en el hecho de que la atención de ensueño es la llave que abre todas las puertas en el mundo de los brujos. Dijo que entre la multitud de objetos en nuestros sueños, existen verdaderas interferen¬cias energéticas; cosas que son colocadas ahí por fuerzas ajenas a la nuestra. Ser capaz de encontrarlas y seguirlas es el logro de la atención de ensueño.


Fue tanto el énfasis puesto en la idea de interferencias ener¬géticas que me vi obligado un día a pedirle que lo explicara. Titubeó por un momento antes de contestar.


Los sueños, si no son una puerta, son una compuerta a otros mundos comenzó . Como tal, los sueños son un pasadizo con tráfico de doble sentido. Nuestra conciencia cruza esa com¬puerta y entra en otros reinos; y esos otros reinos mandan exploradores que entran a nuestros sueños.


¿Qué son esos exploradores?


Cargas energéticas que se mezclan con los objetos de nuestros sueños normales. Son estallidos de energía ajena que vienen a nuestros sueños, y nosotros los interpretamos como objetos conocidos o desconocidos.


Lo siento mucho, don Juan, pero no le encuentro ni ton ni son a su explicación.


Eso es porque insistes en tomar a los sueños como algo conocido: lo que nos ocurre cuando dormimos. Y yo insisto en darte otra versión: una compuerta a otros reinos de la percep¬ción. A través de esta compuerta, se filtran corrientes de ener¬gía desconocida. Luego la mente, o el cerebro, o lo que sea, se apodera de esas corrientes de energía y las transforma en parte de nuestros sueños.


-¿Para qué hay que aislarlas, don Juan?


-Para usarlas. Vienen de otros reinos. Si las seguimos a su fuente de origen, nos sirven como guías en áreas de tal misterio que los brujos se estremecen con la sola mención de tal posibilidad.


-¿Cómo las aíslan los brujos de los objetos normales de su sueño?


-Por medio del ejercicio y control de la atención de ensueño. En un momento dado, nuestra atención de ensueño las descu¬bre entre los objetos de un sueño, se enfoca en ellas y entonces el sueño entero se disuelve, dejando únicamente la energía ajena.


Don Juan se rehusó a continuar explicando el tema y volvió a la discusión de mi experiencia de ensueño. Dijo que haciendo una suma total, él podía decir que mi sueño había sido un ensueño genuino, y que eso significaba el haber llegado a la primera compuerta del ensueño.


En una ocasión diferente, mientras conversábamos de otros temas, don Juan empezó a hablar de mi práctica de ensoñación. Dijo:


-Voy a repetir lo que debes hacer en tus sueños para cruzar la primera compuerta del ensueño. Primero, enfoca tu atención de ensueño en cualquier cosa, como punto de partida. Luego, pon tu atención en cuantos objetos puedas. Recuerda que si sólo echas vistazos breves, las imágenes no cambian. Después de ver cada objeto regresa al primero que viste.


¿Qué quiere decir cruzar la primera compuerta del en¬sueño?


Llegamos a la primera compuerta del ensueño, al darnos cuenta de que nos estamos quedando dormidos, o como tú lo hiciste, al tener un sueño inmensamente real. En cuanto llegamos a esa compuerta, la cruzamos al ser capaces de sostener la vista en cualquier objeto en nuestros sueños.


-Ya casi puedo sostener la vista en los objetos de mis sueños, aunque se disipan demasiado rápido.


-Eso es precisamente lo que estoy tratando de decirte. A fin de compensar la evanescencia de los sueños, los brujos idearon el uso de un objeto como punto de partida. Cada vez que se le aísla y se le mira, uno recibe una carga de energía. Al principio, no se deben enfocar demasiadas cosas en los sueños. Cuatro objetos son suficientes. Más tarde, uno puede agrandar el cam¬po de acción hasta abarcar todo lo deseable. Pero tan pronto como las imágenes comienzan a cambiar, y uno siente que se está perdiendo el control, se debe regresar al punto de partida, y empezar otra vez.


-¿Cree usted don Juan que verdaderamente llegué a la pri¬mera compuerta del ensueño?


-Llegaste, y eso ya es mucho. A medida que continúes vas a estar consciente de cuán fácil te va a ser ahora ensoñar.


Pensé que don Juan estaba o exagerando o dándome aliento. Pero él me aseguró que no.


Lo más asombroso que les ocurre a los ensoñadores dijo , es que al llegar a la primera compuerta, también llegan al cuerpo energético.


-¿Qué es exactamente el cuerpo energético?


-Es la contraparte del cuerpo físico; una configuración fan¬tasmal hecha de pura energía.


¿Pero no está también el cuerpo físico hecho de pura ener¬gía?


Claro que lo está. La diferencia es que el cuerpo energético tiene únicamente apariencia, pero no masa. Ya que es pura energía, puede llevar a cabo actos que van más allá de las posibilidades del cuerpo físico.


¿Cómo qué por ejemplo, don Juan?


Como transportarse en un instante a los confines del uni¬verso. Ensoñar es el arte de templar el cuerpo energético, de hacerlo coherente y flexible, ejercitándolo gradualmente.


"Por medio del ensueño, condensamos el cuerpo energético, hasta llegar a hacerlo una unidad capaz de percibir. A pesar de que la manera normal de percibir el mundo afecta al cuerpo energético, su modo de percibir es independiente. Tiene su propia esfera.


¿Cuál es esa esfera, don Juan?


Esa esfera es energía. El cuerpo energético trata con la energía en términos de energía. Hay tres formas en las que tra¬ta. Puede percibir energía a medida que ésta fluye; puede usarla como un cohete para propulsarse dentro de áreas insondables; o puede percibir como percibimos normalmente el mundo.


-¿Qué quiere decir percibir energía a medida que fluye?


Quiere decir ver. Quiero decir que el cuerpo energético ve energía directamente como una luz, o como una especie de corriente vibratoria, o como un disturbio borroso. O la siente directamente como una sacudida o una sensación que hasta puede ser dolorosa.


¿Y qué pasa con la otra forma de la que usted habló, don Juan? Aquella donde el cuerpo energético usa a la energía como un impulso.


-Puesto que su esfera es la energía, el cuerpo energético no tiene ningún problema en usar corrientes de energía que existen en el universo para propulsarse a sí mismo. Todo lo que tiene que hacer es aislarlas y, al instante, se lo llevan.


Dejó de hablar, parecía estar indeciso, como si quisiera añadir algo y se arrepintiera de hacerlo. Me sonrió, y justo en el mo¬mento de hacerle una pregunta, continuó su explicación.


Ya te he planteado que los brujos aíslan en sus sueños a exploradores de otros mundos dijo . Sus cuerpos energéticos hacen esto. Reconocen energía y van tras de ella. Pero no es recomendable que los ensoñadores se den a la búsqueda de exploradores. De muy mala gana te hablé de todo esto, porque algunos de nosotros tenemos mucha facilidad para desviarnos en esa búsqueda.


Don Juan pasó rápidamente a otro tema. Me delineó muy cuidadosamente un conglomerado entero de ideas y prácticas. En ese entonces, todo lo que me decía me era incomprensible en cierto nivel; sin embargo, en otro, todo me parecía perfecta¬mente lógico y comprensible. Reiteró que llegar a la primera compuerta del ensueño, de una manera calculada y con control es llegar al cuerpo energético. Pero mantener ese cálculo y control es básicamente un asunto de tener energía. Los brujos obtienen esa energía organizando, de una manera ingeniosa, la energía natural que poseen y usan para percibir el mundo cotidiano.


Cuando insistí que explicara más claramente todo esto, aña¬dió que todos tenemos una cantidad determinada de energía básica. Esa cantidad es nuestro total acervo energético y lo usa¬mos todo para percibir y tratar con nuestro absorbente mundo.


Para enfatizar, repitió varias veces que no hay más energía dis¬ponible para nosotros en ningún sitio, y como la energía de la cual disponemos está ya siendo usada en su totalidad, no nos queda ni un ápice para percepciones extraordinarias, como el ensueño.


-¿Y qué es lo que nos queda por hacer, don Juan? -le pre¬gunté.


Nos queda la tarea de rebuscar energía por donde se pueda contestó.


Don Juan explicó que para rebuscar energía, los brujos reor¬ganizan ingeniosamente la distribución de su energía básica, descartando cualquier, cosa que consideren superflua en sus vidas. Llaman a este método "el camino de los brujos" o "el camino del guerrero". Como don Juan lo expuso, el camino de los brujos es, esencialmente, una cadena de conducta alternativa que se puede usar para tratar con el mundo diario; una conducta mucho más directa y eficiente que la conducta usual. Don Juan aseveraba que era más eficiente porque estaba expre¬samente diseñada para renovar nuestra energía, alterando nuestras reacciones básicas al hecho de estar vivos.


-¿Cuáles son esas reacciones básicas? le pregunté.


Hay dos maneras de encarar el hecho de estar vivos -dijo . Una es rindiéndose a él, ya sea resignándose a sus demandas o peleando contra ellas. La otra es moldeando lo particular de nuestra situación vital, a fin de hacerla encajar en nuestras propias configuraciones.


¿Podemos realmente moldear lo particular de nuestra si¬tuación vital, don Juan?


Cada uno de nosotros puede moldearla a la medida de nuestras especificaciones insistió don Juan . Eso hacen los ensoñadores. ¿Una aseveración estrafalaria? Realmente, no, si tomas en consideración lo poco que sabemos acerca de nosotros.


Dijo que su interés, como maestro, era involucrarme com¬pletamente en el tema de la vida y el tema de estar vivo; es decir, la vida como consecuencia de fuerzas biológicas, y el acto de estar vivo, como una cuestión de cognición.


Cuando los brujos hablan de moldear lo particular de la situación vital de uno explicó don Juan , quieren decir moldear la conciencia de estar vivo. Al moldear esta conciencia, podemos obtener suficiente energía para llegar al cuerpo ener¬gético y sostenerlo. Con el cuerpo energético, sin lugar a dudas, podemos moldear la dirección y consecuencias totales de nues¬tras vidas.


Don Juan terminó nuestra conversación pidiéndome que no solamente pensara acerca de lo que me estaba diciendo sino que convirtiera sus conceptos, por medio de un proceso de re¬petición, en una forma factible de vida.


Reiteró lo que había dicho incontables veces: que todo lo nuevo en nuestras vidas, tal como los conceptos de la brujería en la mía, debe ser repetido hasta el agotamiento si se quiere incorporarlo a nuestra cognición del mundo. Señaló que la manera en que nuestros progenitores nos socializaron para funcionar en el mundo cotidiano fue a través de la repetición.


A medida que continué mis prácticas de ensueño, llegué a estar totalmente consciente de que me estaba quedando dormi¬do y de que podía detenerme a examinar, a voluntad, cualquier cosa que fuera parte del contenido de mis sueños. Experimentar esto fue para mí, no menos que un acto milagroso.


Don Juan tenía razón al decir que la atención de ensueño entra en juego cuándo se le llama, cuando se le da un propósito. Pero este acto de entrar en juego no ocurre de la manera en que uno normalmente entiende un proceso: un sistema de operaciones en curso, o una serie de acciones o funciones que llevan a un resultado final; más bien es un despertar. Algo que estaba inactivo, se convierte de repente en algo funcional.

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